lunes, 17 de enero de 2022

Definiciones

Escrito por: Dr Alejandro José Gutiérrez Dávila


CAPITALISMO DEMOCRÁTICO LIBERAL

Existe un Estado de Derecho Democrático liberal, dirigido por una constitución que representa la voluntad del pueblo. La constitución crea el Estado como un ente facilitador y garantizador de los derechos de los habitantes, quienes en pleno uso de su libertad, pueden crear y poner por obra sus actividades económicas, sin más limitaciones que los derechos de los otros, de tal forma que el Estado crea las condiciones para que todos sin excepción alguna puedan desarrollar sus actividades económicas privadas, y al mismo tiempo el Estado vela porque nadie destruya los derechos de los otros, de tal cuenta que se prohíben los monopolios y los privilegios.

SOCIALISMO DE ESTADO

Existe un Estado centralizado y totalitario, pues como el sistema es socialista, no existe el concepto de ser humano individual, sino el concepto de persona-nación o estado-persona, para este socialismo solo existe el ser social (la totalidad de la masa social, he ahí el porqué de su totalitarismo), en tal virtud, no existe la economía privada, pues todas las actividades económicas son públicas y estatales. El Estado como representante del ser social, es el único propietario y dueño de todo, por lo que somete al pueblo como cuerpo social, distribuyendo la riqueza como al Estado le convenga.

NEO LIBERALISMO

Las grandes empresas crean un nuevo centro de poder: EL MERCADO. Este se superpone sobre los estados-nación, de tal cuenta, que el concepto de Estado debe desaparecer en pro de un mercado global, regido ya no por constituciones o leyes nacionales sino por las leyes del mercado. Por ello los estados y las personas ya no ostentan estos títulos sino que pasan a ser simples consumidores, regidos por las leyes globales del mercado.

ESTADO FASCISTA: En este caso una élite económica privada súper poderosa, concentra todo el poder económico. Crea o condiciona un Estado al servicio de esa élite económica, gobernando en favor de esa élite empresarial y a su vez erigiéndose como un estado totalitario que reprime, controla y somete a todo el pueblo bajo un sistema absolutista y despótico “legalizado”. Por tanto, no se pueden realizar actividades económicas más allá de las permitidas por el Estado lo que impide que se pueda “subir” de nivel económico, pues todos deben permanecer limitados. Bajo este paradigma tampoco existe el concepto de ser humano individual, sino de ser social (al igual que el socialismo), con la diferencia que existen “SÚPER HOMBRES” “SUPERIORES” que son los únicos que pueden concentrar toda la riqueza y el poder (nihilismo), mientras que el pueblo es un ser social (compuesto de los inferiores) que debe caminar en pro de LA PERSONA NACIÓN. A diferencia del socialismo, no es un Estado dueño de todo sin que exista lo privado, sino que es una élite económica dueña de todo, y un estado quien no es dueño de nada. El Estado es convertido en el instrumento de dominación de la élite económica monopólica, quien somete al ser social, como una masa sin derechos, de tal cuenta que no pueden hacer nada sin pedirle permiso al Todopoderoso Estado, acatando todo lo que esté diga e imponga sin poder cuestionarlo.


Alejandro Gutiérrez Dávila es Doctor en Derecho y Doctor en Filosofía por la Universidad de San Carlos de Guatemala

La competencia por la incapacidad para pensar

 Por:

Dr. Alejandro José Gutiérrez Dávila

Hannah Arendt es la filósofa que tras entrevistar a oficiales nazis juzgados en Núremberg, habló de la  “banalidad del mal” en su libro "Eichmann en Jerusalén" (1963). 

Sobre este concepto, explica cómo el Teniente Coronel de las S.S. Adolf Eichmann, uno de los más connotados genocidas de la historia, no era un monstruo ni un loco que sentía placer por matar a millones de personas. Arendt llegó a la conclusión que: “No era estupidez, sino una curiosa, y verdaderamente auténtica, incapacidad para pensar.”

Rubio H 2017, escribe que al observar el comportamiento del nazi en el juicio, Arendt escribió que “a pesar de los esfuerzos del fiscal, cualquiera podía darse cuenta de que aquel hombre no era un monstruo”. Con honestidad intelectual, la filósofa reconoció no observar a un desquiciado antijudío ni a diabólico personaje. Vio en él “únicamente la pura y simple irreflexión… que le predispuso a convertirse en el mayor criminal de su tiempo... No era estupidez, sino una curiosa, y verdaderamente auténtica, incapacidad para pensar”. 

A esto Arendt llamó “la banalidad del mal”.

Para el nazi, su actividad en la guerra “constituía un trabajo, una rutina cotidiana”. Así, “Eichmann no fue atormentado por problemas de conciencia”. Fue un militante disciplinado y, sobre todo, un burócrata estatal eficiente. Para Arendt estaríamos ante un nuevo tipo de maldad que a través de la burocracia transforma “a los hombres en funcionarios y simples ruedecillas de la maquinaria administrativa”… que “no fueron pervertidos ni sádicos, sino que fueron, y siguen siendo, terroríficamente normales”.

El denominador común de estas personas es que fueron entrenados para no pensar. Nunca fue desarrollado su pensamiento crítico. O más bien, fueron cortadas desde muy temprano sus inteligencias y capacidades de creación y rebeldía.

Aprendieron desde chicos a obedecer. Son producto de sociedades autoritarias y totalitarias, donde la familia, la Religión, la escuela, y una formidable maquinaria de propaganda y lavado cerebral colectivo, crearon seres conformistas y dogmáticos, programados para operar espacios jerarquizados, como la fábrica, el ejército, la burocracia o el partido político.

Hannah Arendt distingue – dentro de la incapacidad del juicio o de pensar – a tres grupos: 

Los nihislitas, que con la creencia de que no hay valores absolutos se sitúan en las esferas de poder.

Los dogmáticos, que se aferran a una postura heredada

Los “ciudadanos normales”, similar al hombre-masa que estableció Ortega y Gasset, el grupo mayoritario que asume las costumbres de su sociedad como “buenas” de una manera acrítica.

Todos los grupos carecen del pensamiento definido por Hannah Arendt. La alemana defendió que el nazismo se alimentó, y fue alentado, por estos tres grupos, lo que permitía que el grueso del país pudiera realizar los “horrores” contra la Humanidad.

Con contenidos de publicación: El Comercio, 31 de marzo de 2017

Alejandro Gutiérrez es Doctor en Derecho y Doctor en Filosofía.

Origen de la filosofía de la inteligencia artificial

Escrito por: 

Dr. Alejandro José Gutiérrez Dávila

Sorprendentemente, la Filosofía de la Inteligencia Artificial (IA) apareció varios años antes que la IA misma. Así, el padre fundador de esta rama de la filosofía fue Alan Turing, lógico y matemático británico. Es es una de las mentes más originales que ha producido el siglo XX y quien seis años antes de que por primera vez se ejecutara el ordenador automático JOHNNIAC y mientras supervisaba la programación del Manchester Mark 1, publicó un artículo titulado "Computing Machinery and Intelligence" la solemne revista filosófica "Mind".

Iniciaba así: "Propongo considerar la pregunta ¿Pueden pensar las máquinas?"

Turing sometió la pregunta a una cuidadosa discusión filosófica, en el curso de la cual catalogo y refutó nueve objeciones a la afirmación de que las máquinas pueden pensar.

No obstante lo anterior, en una presentación directa de su propia postura declaró que a finales de este siglo «el uso de las palabras y la opinión educada común habrán cambiado tanto que uno podrá hablar de máquinas pensantes sin temer ser criticado».

Este artículo inauguró la filosofía de la IA. Cuando Turing escribió su polémico articulo había exactamente cuatro computadores electrónicos (en Gran Bretaña el Mark I de Manchester y el EDSAC de Cambridge; en Estados Unidos el ENIAC y el BINAC). La prensa ya les había puesto el mote de «cerebros electrónicos y había empezado a echar raíces en la imaginación pública la idea de que podían ser prototipos de máquinas-pensantes.

El cuidadoso artículo de Turing puso el debate a un nivel distinto. Era típico de Turing escribir sobre la filosofía de la IA con. A menudo iba delante de todo el mundo incluso sobre la Conferencia de Dartmouth.

En 1936, cinco años antes de que Eckert y Mauchly desarrollaran su proyecto ENIAC escribió (casi por accidente) un ensayo definitivo sobre los fundamentos lógicos del diseño de computadores.

El tema auténtico del artículo era un problema abstracto de la lógica matemática y en el curso de su resolución se las arregló para inventar, en concepto, el computador de propósito general con programa almacenado.

Este articulo sigue siendo uno de los clásicos supremos de la teoría de la computación. Los computadores abstractos que Turing inventó se conocen hoy día simplemente como máquinas de Turing.

ALEJANDRO JOSÉ GUTIÉRREZ DÁVILA es doctor en filosofía y doctor en derecho por la universidad de San Carlos de Guatemala


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