miércoles, 24 de junio de 2020

Sobre seguridad nacional y defensa, la evolución del concepto según el contexto

Estas fotografías de los últimos quince días muestran una parte del poder Nacional de los Estados Unidos para su seguridad nacional. Muestra sus medios de defensa. Hacer presencia o ejercer control en áreas tan alejadas de su territorio nacional, como la región indo-pacífico, atlántico norte y otras, muestran las capacidades logísticas que se sustentan en un presupuesto.





Nótese el equipamiento mostrado: Buques y aeronaves tienen tras de sí una serie de recursos necesarios para operación y mantenimiento como combustible, repuestos, lubricantes, accesorios eléctricos, informáticos, infraestructura de servicios básicos, sistemas de armas, herramienta para operación, comunicación, transportación, herramienta para mantenimiento, sistemas de geoposicionamiento, blindaje, equipo de cómputo. Mi lista es demasiado corta y todo cuesta dinero. Multiplíquese por el equivalente del uso diario en misiones, traslado de una región global a otra etcétera. 

Otro tanto de inversión se ocupa en el entrenamiento del personal para operar el equipo, infraestructuras de almacenaje y su mantenimiento y por supuesto salarios. Uniformes y calzado, especial y de rutina, equipos de protección. Desde lentes y audífonos hasta misiles terminados y el mismo portaviones. Cientos de hojas para escribir cada accesorio y detalle.

Evidencia un complejo y bien organizado sistema logístico para la operación, el mantenimiento y el entrenamiento. El presupuesto para todo esto se planifica y lo propone el Departamento (Ministerio) de Defensa. Es un ministerio que no sólo es integrado por las fuerzas armadas sino por una serie de entidades civiles, militares, entidades privadas, de análisis, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. Sólo el treinta y cuatro por ciento de los funcionarios del pentágono son militares activos, el resto son civiles.

Finalmente el presupuesto para esta maquinaria para la seguridad nacional y la defensa requiere la aprobación del congreso. Esto se logra a base de un común acuerdo entre congresistas y ciudadanos (cultura de defensa, cultura de seguridad nacional), una comprensión de la necesidad de gastar esas cantidades, una concepción uniforme de la defensa y la seguridad, una unidad conceptual.

Ayer nos enfrascamos en una discusión académica en las aulas virtuales del doctorado en ciencia política y seguridad. El tema era el concepto de seguridad nacional. Hasta la primera década del siglo XXI y en algunos materiales de referencia académicos actuales se emplea la subdivisión de la seguridad planteada por el Dr. Covarrubias: Seguridad nacional, seguridad pública y seguridad ciudadana.

La seguridad nacional se entendió siempre como el estado óptimo de los recursos del poder nacional para hacer frente a amenazas externas, Estados contra Estados. La seguridad pública para aplicar las capacidades militares en la seguridad interior en apoyo a fuerzas de seguridad civil por el grado de organización del crimen (que evolucionó a transnacional y transregioanal) y la seguridad ciudadana aplicado al combate a la delincuencia común. No menos grave por ser común.

Por esos días, la política discutía sobre el empleo de fuerzas armadas en américa latina. Habían cumplido un rol determinante durante la guerra fría en la estrategia de seguridad continental (estadounidense) y con la finalización de la mayoría de conflictos internos había mucho debate sobre los nuevos roles. La subdivisión tridimensional de la seguridad sirvió de base para los nuevos roles militares.

Por las presiones políticas  post-conflicto, especialmente por los bandos insurgentes, hubo necesidad de justificar la existencia de las fuerzas armadas. Así, las concepciones de defensa se actualizaron y militares comenzaron a participar, además de misiones de seguridad nacional, en otras de seguridad pública y en países como Guatemala en la seguridad ciudadana,  cumpliendo roles en los tres campos.

Las grandes potencias como el ejemplo al inicio de esta publicación, tienen una concepción de la defensa orientada a las amenazas externas a su seguridad nacional y los roles son cumplidos principalmente por sus fuerzas armadas. Tal y como reza doctrinariamente el concepto citado.

Pero mi punto es que en los países pequeños, donde hubo necesidad de justificar la existencia de fuerzas armadas al finalizar los conflictos internos, el concepto de seguridad nacional está sujeto de evolución, ampliación o modificación.

La seguridad nacional debe conceptualizarse y organizarse según el país, su espacio, su tiempo específico o momento que vive, su contexto y entorno. Un país como Guatemala no tiene necesidad de ejercer control naval contra amenazas en el indo-pacífico, pero su territorio está siendo usado por el crimen organizado y es susceptible de los efectos de fenómenos naturales y catástrofes de origen antropogénico. Aunque nunca se descartará un conflicto internacional entre sus hipótesis, las amenazas según su grado de organización criminal terminan afectando la seguridad nacional, vista esta desde la perspectiva de un país con capacidades intereses diferentes a los de una potencia mundial.

Por ejemplo, el delito de la trata de personas, en teoría doctrinaria no pertenece a la esfera de la seguridad nacional, pero su recurrencia y organización para cometerlo secuencialmente marca áreas territoriales, se provee de un sistema logístico para perpetrarlo y organiza acciones para evitar ser detectado. Al ejecutarse en serie y por un período determinado -- y si además no se controla -- se convierte en asunto de seguridad nacional para un país como Guatemala.

Así con el tráfico de armas, narcotráfico y otros delitos del crimen organizado transnacional, donde sus efectos tienen consecuencias de nivel nacional en un tiempo y espacio determinado. De tal manera que limitar el concepto de seguridad nacional a asuntos de agresiones externas de carácter estatal es un concepto que debe evolucionar, modificarse o ampliarse.

No se puede llegar a un foro y decir que los delitos perpetrados en secuencia organizada no son asuntos de seguridad nacional, especialmente si tienen conexión con entidades o funcionarios públicos (corrupción). Una ponencia como esa sonaría desactualizada y radicalmente acomodada a la tradición de las doctrinas y conceptos de finales del siglo XX (Guerra fría).

Conclusiones

Si no quisiéramos desechar la doctrina, parece evidente una simbiosis conceptual entre las esferas de la seguridad nacional y la seguridad pública. La actividad delictiva organizada que se perpetra en el interior del territorio tiene un impacto en la seguridad nacional y puede considerarse en ese campo. 

Las fuerzas armadas son un elemento esencial de los Estados y son empleadas según las necesidades, nivel de la amenaza, espacio, entorno y contexto. Los roles militares deben estar definidos claramente en la legislación vigente. 

Hoy día el ámbito de la seguridad nacional rebasa la tradicional conceptualización doctrinaria de limitarse a asuntos de agresión externa de otro estado. La mejor manera de identificar este escenario es cuando el objetivo de la política de seguridad requiere la acción integral del Estado.

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