viernes, 1 de septiembre de 2023

Coincidió con el aniversario de sus 150 años de fundación

Yo celebro el primero de septiembre haciendo una reflexión personal.

En Guatemala el primero de septiembre es una fecha que no pasa desapercibida para todo militar en activo o en retiro. Es el aniversario de fundación de la Escuela Politécnica desde 1873, academia militar de formación de oficiales.

Su fundación estuvo inspirada en los modelos de disciplina, formación y tradición de los ejércitos europeos de finales del siglo XIX. El pensamiento de la época estaba influenciado por los acontecimientos mundiales e ideales de libertad de los últimos 100 años antes de la fundación de la Escuela Politécnica en 1873: la independencia de Estados Unidos y la revolución francesa.

Pero también el mundo había visto como Napoleón Bonaparte luego de haber respondido al ideal de libertad e igualdad, rápidamente cambió y se proclamó emperador. Esto a criterio de Coox da a entender que todo el movimiento tenía un trasfondo de intereses de élites.

El don innato de la estrategia de guerra de Napoléon y el aporte científico a la planificación militar que planteó un joven militar alemán que luchó contra él: Clawsewitz, abrieron el campo para lo que se empezó a llamar “el arte y la ciencia” de la guerra y trajo una revolución en términos de profesionalización militar en Europa.

Por desagradable que suene a admiradores de Napoleón (yo soy uno de ellos), el bonapartismo volvió a ideas de “hombres superiores a otros”. La autoridad imperial estaba inspirada en el antiguo imperio romano: ley del emperador, el derecho del soberano, el código napoléonico en vez de la constitución.

Siempre en este período de 100 años antes de la fundación de la Escuela Politécnica, Saint-Simon y Augusto Comte plantearon el paradigma epistemológico del positivismo desde las ciencias naturales: escéptico ante las ideas, el positivismo propuso que toda verdad debe ser comprobada mediante experimentación. Si no se ve no existe. Esto contravino al mundo de las ideas, la metafísica, impulsada desde los tiempos de Sócrates, Platón y Aristóteles pues los valores como la justicia no existen físicamente, sólo en las mentes de las personas y se materializan sólo a través de las acciones de las personas (Gutiérrez).

La escuela exegética de Francia trasladó el positivismo al derecho y surgió el positivismo jurídico decimonónico tradicional exegético francés: La ley es el derecho no importando su contenido. Quedó imposibilitado desde esta corriente el poder razonar si una ley es antiética o injusta… es ley y por tanto: derecho.

En la lógica del positivismo jurídico, si la ley la decreta un poder legislativo a quien el pueblo cedió su soberanía se interpreta que las leyes son soberanas. Surgió el “imperio de la ley” mediante el aforismo de origen romano “dura lex, sed lex” (la ley es dura, pero es ley). El pueblo ya no es libre sino súbdito de la ley y se negó la posibilidad de vinculación entre moral y derecho. Argumentó que la moral se ubica en el ámbito de las ideas, que no son cosas físicas, y por lo tanto no existen. Así, el positivismos jurídico concluyó que no se puede justificar la ley con valores axiológicos, sólo vale la ley promulgada y escrita.   

De esta forma, se estableció que las normas jurídicas escritas por humanos sí son positivas porque existen en documentos y se pueden percibir (leer). A partir de este principio positivista el juez debe aplicar las normas sin que interfieran juicios morales. Una norma vacía y carente de moral pero calificada como positiva debe aplicarse al hecho cometido.

El positivismo jurídico amenazó los ideales de libertad e igualdad que evolucionaron desde Platón, Aristóteles, Rousseau y Kant que conformaron un iusnaturalismo racional práctico que inspiró la independencia de Estados Unidos y la revolución francesa.

De las más grandes tragedias que originó el positivismo jurídico fueron las leyes alemanas de la superioridad de la raza aria en Alemania, el holocausto judío que se hizo con base a "la ley", la esclavitud en Norteamérica y leyes que promovieron la discriminación racial como el apartheid y otras tragedias, todas del siglo XX.

En el proceso electoral de 2023 en Guatemala se están aplicando criterios de esta corriente de conocimiento. El pueblo votó, eligió, pero sectores interesados acuden a la ley para iniciar procesos sobre hechos que supuestamente llegarán a comprobar algún proceso contrario a la ley cometido por el partido político ganador de las elecciones. Objetivamente desde esta corriente epistemológica del derecho procede realizar una investigación, pero evaden los artículos 152 y 154 de la Constitución Política de la República de Guatemala en donde se hace diferencia entre “constitución y Ley”. La Constitución no es una ley más, es el pacto social del cual se deriva la ley. La constitución deposita la soberanía en el pueblo (artículo 141). El pueblo votó y eligió. Ninguna persona es superior a la ley, pero ninguna ley es superior a la constitución y el pueblo, depositario de la soberanía ha decidido.

Hobbes había postulado en el Leviatán que “la ley la crea el Estado y sobre la ley nada ni nadie… el contrato social de Hobbes dictó una sumisión del pueblo al Estado” (Santillán). En el contrato hobessiano nada es superior al imperio de la ley, los individuos deben renunciar a su libertad y la seden. El enfoque positivista busca control y poder. Las normas positivas se encargaron de ordenar al Estado y facilitar que lo condujeran, según ellos en ese tiempo, sólo los capaces.

Gutiérrez sostiene que la soberana es la constitución, no la ley. Por ello la supremacía de la constitución sobre la ley. En el positivismo jurídico la moral desapareció del derecho y surgió el imperio de la ley (positivismo jurídico sin interferencia moral-racional). Nada es superior a la ley, ni siquiera la razón.

En la misma época, Hegel planteó el idealismo absoluto. Este concepto parte del razonamiento de la necesaria transformación de cada individuo para entender la realidad para “llegar a ser” y definir así sus acciones individuales (Gutiérrez). Para Hegel lo real se percibe al contraponerlo con una “negatividad” que determina el contenido y movimiento de lo real, es decir, lo real por sí sólo no es suficiente para determinar la verdad, es necesario contraponerlo con contradicciones recíprocas y así poder analizarlo. Así nació la dialéctica.

La realidad es resultado de analizarla con sus relaciones dialécticas (recíprocas o contradictorias). Se llega a la realidad al contrastarla con las circunstancias a su alrededor. Rocha citando a Carpio lo expresa “encuentro lo que soy en relación a lo que no soy… las cosas no tienen realidad más que en y por sus relaciones recíprocas” (Gioscia).

Esto era parte del pensamiento político que regía cuando se fundó la Escuela Politécnica. Corrientes epistemológicas que surgieron desde 100 años antes de su fundación. Pero aún venían otras variantes de conocimiento que también incidirían en la formación hasta hoy. Era importante resumir el planteamiento de Hegel por lo que provocó: Pensadores hicieron su propia interpretación del "método dialéctico aplicado a la realidad” dando paso al materialismo dialéctico donde destacaron autores como Karl Marx y Friedrich Engels (Gioscia).

El Materialismo dialéctico planteó que la realidad era un proceso que produce cambio constante y donde las contradicciones producen lucha entre contrarios que llevan al reemplazo de una realidad por otra que se estructuró en la lucha de clases (Gutiérrez). Marx propuso transformar la realidad evolucionando desde el capitalismo al Estado original de naturaleza a través de una lucha de clases que evolucionara desde el capitalismo, pasando el socialismo (gobierno del proletariado) y luego al comunismo (estado de naturaleza original).

Friedrich Nietzsche postuló que existen hombres superiores y hombres inferiores; una minoría de individuos con capacidades distintas y superiores frente a “individuos de un colectivo genérico”. En Nietzsche la minoría “viven para dirigir a los demás y engendrar valores, pero no lo hacen por sí mismos, sino conducidos por la voluntad de poder”. Darwin postuló que los humanos son primates evolucionados pero no todos evolucionan igual. Galton y la teoría de las razas humanas; Freud postuló que hay seres humanos que nacieron para producir el “homo económicus” y otros que son sólo para reproducirse el “homo sexualis”.

Volviendo al tema central de esta reflexión, estos eventos históricos transcurrieron a lo largo de aproximadamente cien años hasta la fundación de la Escuela Politécnica en 1873. Todas las ideas influirían en la formación de oficiales militares y la profesionalización del ejército de la época.

Si se analiza con alguna irreverencia tradicional los resultados de la independencia de Guatemala en 1821 y los resultados de la revolución liberal de 1871 (que fundó la Escuela Politécnica), se puede argumentar que se buscaba el poder porque unos se consideraban más capaces que otros, ideas filosóficas que ya se comentaron. En ambos eventos hubo una mayoría considerada marginal o inferior y que por tanto no tuvo participación relevante al organizar el Estado. Esto dio origen a los discursos de discriminación contra sectores como el indígena y el mestizo en estado de pobreza.

Todas las ideas llegaron como embudo a las mentes absorbentes de los jóvenes cadetes de la Escuela Politécnica, a donde en sus inicios sólo accedían aspirantes con rasgos físicos estándar para lo que se deseaba. El cuerpo de oficiales, por ley, siempre respaldó la autoridad del Estado. Un Estado "elegido supuestamente” por el pueblo soberano y organizado con la influencia del positivismo jurídico.

El entrecomillado "elegido supuestamente" intenta llamar la atención a hechos históricos sobresalientes de la historia de Guatemala que comenzaron a vivir los oficiales que se graduaban: las ideas secesionistas de finales del siglo XIX conflicto del Estado de los Altos, el magnicidio de Reyna Barrios, la dictadura de Manuel Estrada Cabrera y la elección continuada con apoyo del congreso del gobierno de Jorge Ubico Castañeda finalizado en 1944 con otra revolución.

Setenta y un años de existencia de la Escuela Politécnica en los que, según mi interpretación, la formación politécnica, con rasgos militares disciplinarios de formación originados en la Prusia del siglo XVII y temor por severas sanciones draconianas que buscaban con algo de éxito emular la dureza de Dracón de Atenas, era el poder real que mantenía a una élite que permaneció siempre en las sombras pero detentando el poder. Oficiales y cadetes fueron fusilados por conspirar contra la dictadura opresora de Manuel Estrada Cabrera a inicios del siglo XX. Existía un trasfondo de intereses de élites de preservarse en el poder. Muy similar a lo que sucedió en la Francia napoleónica postrevolución.

Por estas correlaciones de poder se dio en Guatemala una revolución cívico-militar en 1944. Los Generales graduados en aquella Escuela Politécnica se conformaron, en mi respetuosa opinión, a permanecer de alta hasta los 65 años de edad con las prebendas que el poder – civil – les otorgaba en esta condición (Ubico no era militar de carrera) a cambio de mantener el estatus quo.

Pero la revolución de 1944, llamada “la primavera democrática” significó que en el ejército se conformara el consejo superior de Defensa integrado por el Alto Mando del Ejército, comandantes de cuerpo y oficiales electos por votación secreta de la oficialidad del ejército (de todos los grados/rangos militares). Este consejo analizaba y dictaminaba la política militar a seguir y podía inquirir o cuestionar al Alto Mando del Ejército de ser necesario. Se conformó una institución armada con un Alto Mando fiscalizado por representantes de los oficiales de diferentes grados militares. (Nuila Hub).

Pese a este avance en la conducción que los politécnicos mismos de la revolución habían innovado ya como parte del cuerpo de oficiales, en 1954, cuando ocurrió un movimiento mercenario contra la revolución, sólo los jóvenes cadetes de aquella Escuela Politécnica intentaron hacer frente a los invasores (Wer). Esa si fue una defensa del territorio, pero los cadetes fueron derrotados pues los mercenarios invasores tenían el apoyo de nacionales civiles, militares e intereses extranjeros.

Seis años después en 1960, en el apogeo de la parte de la historia mundial conocida como “guerra fría” surgió un movimiento militar de indisciplina que otros seis años después degeneró hasta desencadenar un enfrentamiento armado interno en Guatemala. Politécnicos henchidos de valores como honor y lealtad se alzaron por la desconsideración del Presidente Ydigoras, General retirado desde la revolución de 1944, que mantenía un estado tal de corrupción que afectó el bienestar de las tropas en los cuarteles (Nuila Hub)

Militares como Yon Sosa, habían asistido a cursos militares en Estados Unidos en el marco de la seguridad continental en plena guerra fría, estaban consientes de la lucha global entre grandes bloques por lo que el levantamiento del 13 de noviembre de 1960 nunca tuvo una motivación ideológica en sus inicios sino de indisciplina a causa de la inconformidad que la corrupción repercutía en el mal equipamiento y condiciones de los soldados.

La formación militar en la Escuela Politécnica continuó. Siempre efectiva y en defensa de la constitución aplicando aquellos valores, que ya no eran prusianos ni draconianos, sino propios y de origen guatemalteco, ya habían transcurrido 87 años de nuestra alma mater castrense. Sin embargo los dilemas éticos en los grados altos y de mando del ejército seguían suscitándose. La dignidad y el honor al cumplir las operaciones durante el conflicto armado que existía, golpes de estado de militares contra militares, "4 juntas, 7 triunviratos en sesenta y tres días" de 1954 (Ardón); golpes de estado en 1957, 1963,1982,1983 con el común denominador de insubordinaciones, ilegalidades, ansia de poder y corrupción identificada entre los mismos militares. Todo el poder se traspasó a través de triunviratos en donde por lógica estando al mismo nivel jerárquico, cada uno quiso su cuota de poder.

A lo largo de toda la historia de los politécnicos, los rangos de oficiales subalternos (tenientes, capitanes incluso mayores, conservan y practican sus valores. Pero ha habido militares que parecieran variar o desechan sus valores cuando llegan a los cargos de poder. La historia está allí. "¿es posible el trabajo en equipo cuando se está en la cúspide?" (Ardón).

Suficiente historia de hechos sirvieron para formar una doctrina democrática que logró oficializarse en 2003, siete años después de aquellos acuerdos de paz que pusieron fin al enfrentamiento armado interno.

La formación militar originada en doctrina anticomunista permaneció desde 1954. 

Pero a partir de 1985 en la actual constitución el tema transversal son la libertad y los derechos humanos. 

En la historia de la formación de oficiales en la Escuela Politécnica es difuso el momento en qué rango de promociones se transforma el énfasis en la necesidad de una doctrina de seguridad contra una amenaza ideológica en el marco de la guerra fría y el cambio hacia la formación militar en una era de Estado democrático, que preserva las libertades y los derechos humanos. 

Los resabios de aquel férreo adoctrinamiento de lucha entre ideologías aún permanecen en mentalidades de profesionales militares graduados antes de la firma de la paz. 

Afirmo esto, porque en pleno 2023, en la celebración del aniversario de fundación de la Escuela Politécnica, formación que defiende los valores democráticos y politécnicos, se pronunciaron consignas y hasta oraciones por parte de militares en retiro (hijos también de la Escuela Politécnica) que se percibieron contrarios a la voluntad de un pueblo, soberano. Llegaron a consignar que impedirían la asunción al poder de las autoridades electas.

Veo ciudadanos civiles y militares en retiro que inspirados en las ideas positivistas decimonónicas parecieran abandonar el iusnaturalismo racional práctico kantiano que predomina en nuestra constitución actual.

Me hacen suponer esas consignas expresadas durante la alborada: inconformidad con una elección libre del pueblo. Pero lo peor es que pareciera que a más de veintiséis años de haberse firmado la paz, existe la creencia en un segmento de los militares jubilados o retirados de que hay una amenaza de algún tipo de ideología. 

Nunca será una amenaza lo que el pueblo elige. Es sólo, de nuevo, el interés y manipulación de intereses de élites de poder, llamadas hoy corruptas y que desean mantener el status quo de los últimos años.

El problema de Guatemala no son los temas de la revolución cultural globalista, el problema de Guatemala es la corrupción y las maniobras por hacerse del poder para continuar con ella (MG Álvarez). Parte de la estrategia para hacerse del poder es obtener el apoyo de los militares. Siempre ha sido así.

En mi concepción de las cosas en este momento coyuntural de crisis electoral, me resulta incomprensible como es posible ponerse “firmes”, frente a la bandera, dentro de la antigua Escuela Politécnica que nos formó, invocar los valores y el juramento del oficial militar guatemalteco, pero a la vez, estar totalmente en contra de la voluntad soberana de un pueblo que por medio del voto, eligió a los gobernantes de dos poderes del Estado mediante proceso de elecciones libres, legales, no fraudulentas.

De cómo es posible me pregunto, plegarse a un discurso originado en principios positivistas sin ser capaces de hacer uso de razón propia para concluir que una ley positiva no puede ir en contra de la razón y comprender y aceptar que un pueblo votó y eligió.

Un militar jubilado tiene el derecho de participar en política para seguir sirviendo a su país, y se encuentra en el libre ejercicio de sus derechos ciudadanos para elegir la agrupación política en la que cree. Pero cómo es posible me pregunto, no ser definidos en su postura política e ir de una agrupación a otra según conveniencia. Militares jubilados que por años criticaron, por ejemplo, las política sociales del gobierno de 2008 a 2012 y ahora en 2023 hasta se sacan fotografías con la candidata a la vista de todos los que fueron sus subalternos, con la esperanza de que les arrojen algún cargo como fuente de trabajo, incapaces de obtener un empleo en la iniciativa privada o formar su propia empresa. O bien, de cómo politécnicos que llegaron en algún momento a maldecir a la misma candidata por su supuesta ideología, ahora por conveniencia e interés se prestaron a firmar alianzas y convenios ante el escarnio de civiles y militares, no por ejercer un derecho cívico ciudadano, sino por la procacidad de mutar por ambición.

Están en su derecho de cambiar en su tendencia académico-ideológica pero no migrar a conveniencia según interés u ofrecimiento de pago/cargo. 

Y en todo caso, sin importar a que partido político apoye, un militar debería instar y asesorar a quienes sigue para aceptar la voluntad del pueblo en las urnas. 

Contra la voluntad del pueblo no vale la palabra del político, no vale el criterio jurídico del abogado, no vale la palabra del profesional civil o militar, lo único que vale es la voluntad soberana del pueblo.

Y por ello me pregunto cómo será la celebración de este primero de septiembre, -- cuando lo que se hace es reflexionar sobre el honor, la virtud y el deber -- para estos militares jubilados que menciono. 

Y cómo será la celebración para aquellos que han abrazado las mieles que ofrece la organización y participación en el crimen organizado, qué significa para ellos los valores politécnicos. 

Y también me pregunto como es la celebración para aquellos militares en activo con cargos de comandantes y jefes que en 2023 citaron oficiales bajo su mando para proclamarse elegidos de alguno de las veintitrés organizaciones políticas que participaron en la primera vuelta electoral para alcanzar el poder ejecutivo y les instaron -- a sus subalternos -- a contribuir financieramente y que les siguieran porque de ganar las elecciones les otorgarían privilegio o recompensa.

¿Cómo pueden los ciudadanos aludidos invocar el himno de la Escuela Politécnica en una fecha como hoy? ¿Cómo querer celebrar junta a ellos?

Se estremece la madre Escuela Politécnica, alma mater castrense, en el momento que uno de sus hijos se opone o se une a desestabilizar el resultado de la voluntad popular. Se producen fisuras en los cimientos de sus “ocho palabras” al siquiera pensar o planear el extremo del magnicidio.

De cómo es posible me pregunto, no poder valorar una reciente entrevista donde el Presidente Electo ha afirmado que a cuatro meses y medio de asumir la presidencia -- contrario a otros períodos electorales -- no ha hablado con ningún militar en servicio activo para no caer en la politización del ejército sienso de esta forma coherente con lo que él mismo ha criticado en sus postulados académicos. 

Es el mismo presidente electo -- de quien tanto se dice y se teme de su ideología -- quien más protege los valores politécnicos con su actitud.

Hay militares jubilados integrantes de las generaciones anteriores a la firma de la paz -- incluso civiles -- que inexcusablemente siguen identificando en sus “apreciaciones de la situación” al mismo enemigo ideológico. 

De nuevo: no hay enemigo en lo que el pueblo ha elegido.

Así no se celebra el primero de septiembre aniversario de la Escuela Politécnica y lamentablemente estas actitudes también son de formación. Ciudadanos militares que no lograron adaptar su entendimiento, no migraron desde su adoctrinamiento hacia las coyunturas actuales, nacionales e internacionales.

De lo que no cabe duda es de la formación politécnica que afortunadamente empezó a cambiar desde la firma de la paz. 

Afortunadamente, una nueva formación se refleja en las generaciones de militares en servicio activo graduados a partir de entre 10 y 15 años después de la firma de la paz. Y eso debe también inspirar confianza en su ejército a los ciudadanos y ciudadanas creyentes en la democracia, los valores de libertad, el progreso y la promulgación legislativa en favor de la igualdad.

Los militares actuales, difícilmente se organizarán para romper el orden constitucional a menos que vean amenazada la constitución que juraron defender, difícilmente usarán su arma en contra de ciudadanos que protestan legítimamente porque autoridades civiles legalmente constituidos no quieren respetar una voluntad expresada en elecciones libres.

Los militares en activo de hoy difícilmente se plegarán a intereses de elites o grupos de poder que les utilicen como instrumento de acción y protección.

Por ello el cuerpo de oficiales en activo de hoy puede celebrar con todo orgullo y dignidad este primero de septiembre; y también todos aquellos jubilados que comprenden la preeminencia de la constitución que representa la voluntad del pueblo y no de un grupo pequeño de civiles que se basa en interpretación a su antojo interesado de la ley.

El cuerpo de oficiales en activo de hoy es esencialmente apolítico, obediente y no deliberante, se conduce y se entrena a base de disciplina para ubicarse al servicio de su pueblo y el pueblo confía en ellos.

Los cadetes de todos los tiempos están hoy “en un férreo idealismo confundidos". Por ello es necesario pelear con "la pluma" en vez de "el fusil y la espada" que aunque listos para ser tomados en la mano para defender a la patria de agresión extranjera, jamás deberán ser levantados contra un pueblo que ejerce su derecho democrático mediante el voto. Algo con vigencia plena desde 1985, año en que se estableció nuestra actual constitución es el juramento del oficial al graduarse en la Escuela Politécnica que al analizarlo por precedencia de su orden dice así:

“Juro…

Ante Dios y por mi honor de soldado guatemalteco: Acatar la constitución, leyes y autoridades de la república; venerar y defender con mi vida la bandera de mi patria: símbolo de Guatemala, expresión de gloria y libertad”.

 "Tu bandera tendremos honrada defendiéndola siempre unidos con la pluma el fusil y la espada, en un férreo idealismo confundidos" (fragmento del himno de la Escuela Politécnica).

Feliz 1º de septiembre, fecha de fundación de la Escuela Politécnica y día de la dama y el caballero cadete a todos aquellos militares en activo y en retiro que como hijos predilectos del honor, el deber y la gloria, son dignos y estoicos en aceptar la voluntad popular del pueblo al que sirven expresado en elecciones libres.

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